miércoles, 11 de marzo de 2009

Greñas y sombreros (Primera parte)


La decisión fue directa y tajante, me rapo la cabeza y adiós melena, bueno, no fue tanto asi, fue una mutilación lenta y que duro meses, los que me conocen y están conmigo fueron testigos como de un dia a otro mi larga cabellera fue reduciendo de tamaño y es que en instantes donde la realidad, las penas, la rutina y toda la mierda que te puedan cargar en la cabeza te va asfixiando, cuando te defines como un suicida frustrado y no piensas cambiar de ese estado latente (al menos por algún tiempo) recurres a la automutilación; que al final de cuentas eso es cortarse el cabello; mutilarse una parte de si mismo en la que se van depositando poco a poco muchas cosas esfuerzos, sentimientos, significantes, historias, amores, frustraciones, sueños, en fin.

Toda melena en un hombre guarda una historia y un significado personal que solo “el melenudo” conoce de si mismo y es que el dejarse crecer el cabello es una decisión un tanto complicada de tomar (ojo que digo complicada y no difícil) porque eso implica primeramente tener que luchar con uno mismo y con las ideas que poco a poco nos van metiendo en la cabeza desde muy pequeños, luchas primeramente con tus conocidos y allegados, porque una melena no se hace de la noche a la mañana, va creciendo poco a poco, mientras tanto tienes el pelo demasiado largo como para ser corto y demasiado corto como para ser largo, no falta quien te diga- “ya es hora de que cortes el pelo ¿no crees?” – y claro como ignoran que en realidad tienes la intensión de dejártelo crecer y que no estás descuidando tu imagen personal o te faltan los pesos o el tiempo para ir al peluquero, insisten en que pulas un poco tu pulcra imagen de ciudadano común y corriente, habrá que darle las gracias o los reclamos a Napoleón, en fin.

Pero pasa el tiempo y como el pelo va creciendo poco a poco, creo que alrededor de dos centímetros por mes, llega un punto en donde por fin puedes (y tienes) que sujetarlo con una liga o algo por el estilo pequeña, sencilla y modesta, por fin luces una cola de escasos centímetros que exhibes con orgullo frente a los demás que irá creciendo con el tiempo.

Tener el cabello largo tampoco es cosa sencilla, tienes que cuidarlo, ver que no se enrede, bañarte porque si no pueden suceder un montón de fenómenos particulares y hasta poco grotescos podría decirse, no resulta nada agradable despertar en la mañana de un dia de resaca y esputar tu propio pelo, atorarte con él o que alguien lo jalonee ya sea por joder o sin querer queriendo, además nunca faltan los hijos de puta que al menor descuido intentarán cortártelo o pegarte alguna porquería para que te lo cortes de una vez por todas y retornes a la confortable mediocridad dictada por los estándares sociales.

Pese a todo y si uno está a gusto con su cabellera esta seguirá creciendo bajo los cuidados correspondientes aunque sean mínimos, una vez superada esta primera etapa en la que todos insisten en que te cortes el pelo y aceptan que en realidad tu intensión es tener el pelo largo, cambian las cosas en un sentido diferente, es decir empiezan a comentar(te) sobre lo bien que te queda el cabello largo, lo bien cuidada de tu melena, y no se cuantas porquerías, parece que todavía tener el pelo largo te da el estatus de “rebelde” , “rockero”, ”bohemio” o “tipo duro” que se yo, incluso hay mujeres que lo consideran atractivo tal vez por una fijación fetichista relacionada con Sansón o Cristo o alguna otra figura greñuda reconocida, admirada o idolatrada de la cultura general.

Resulta gracioso también el encuentro entre melenudos, a modo de ironía parecen reuniones de machos presumiendo sobre las características valiosas de su falo, -“que el mio es más largo, que el tuyo es mas corto, que me gustaría que sea lacio, que lo preferiría ondulado, que el mio esta bastante grande pero no parece por tal cosa…” en fin, al final de cuentas resulta bastante agradable tener el pelo largo, en invierno no sientes tanto frio, en verano sudas bastante pero todo es cuestión de acomodarlo y acostumbrarse y si te lo sueltas caminando por la calle en una noche oscura poniendo expresión de “perdona vidas” o de “pocos amigos” hay sujetos peligrosos que se hacen a un lado por precaución al tipo rudo que ven acercarse (al menos algunos) y nunca falta algún conocido que te comente -hace tanto tiempo yo también tenía el pelo así, o – me gustaría dejarme crecer el pelo como tú, que se yo.

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